Irlandés homenajeado en el Palacio de Bellas Artes
En el centenario de su muerte
OSCAR WILDE RECIBIÓ UN HOMENAJE EN EL PALACIO DE BELLAS ARTES
Fernando Ruiz
De la obra de Oscar Wilde, escritor irlandés homenajeado en el Palacio de Bellas Artes a un siglo de su muerte, "una minoría significativa sabe todo o bastante, y muchísimos más conocen detalles de su existencia y, por supuesto, del mayor episodio amoroso del siglo XIX: Oscar y Bosie (su amante gay), clásicos del desencuentro".
En una Sala Ponce insuficiente para albergar a muchos de esta minoría que debieron presenciar la conferencia-homenaje a través de monitores externos al recinto, Carlos Monsiváis abrió con estas palabras su disertación acerca del autor de El retrato de Dorian Gray y muchos otros textos.
Apoyado en escenas de películas inspiradas en obras de Wilde y la lectura de textos en voz de José Luis Ibáñez, el también escritor Carlos Monsiváis lo describió como un paradigma de la diversidad a través de los tiempos, una diversidad de la cual el homenaje también fue víctima involuntaria.
"Su nombre jamás desaparece, multiplicado por citas citables y el reconocimiento a su inteligencia portentosa. Él pone de realce el papel de la ironía, uno de los instrumentos más exactos de conocimiento social, y de la paradoja, la técnica del descubrimiento de las verdades en el closet".
El retrato de Dorian Gray es una de las visiones más ácidas de la sociedad, sus prohombres y sus columnas prestigiosas, de sus empresarios y políticos, de la decencia y la honradez, y de la pose inmaculada de la clase dirigente con su rostro puramente juvenil, mientras que en la sombra la realidad sigue trabajando su verdadero semblante, el de las arrugas, las llagas y las pústulas".
Wilde, preso en su tiempo acusado de sodomía, "sigue presente en la cultura internacional y se globaliza a impulsos de la diversidad, la tolerancia y los avances de los derechos de las minorías", afirmó Monsiváis. Entre los fragmentos de obras leídos por Ibáñez destacan los de El alma del hombre bajo el socialismo:
"Hay tres tipos de déspotas: está el déspota que tiraniza el cuerpo, está el déspota que tiraniza el alma, está el déspota que tiraniza al mismo tiempo el cuerpo y alma. Al primero se le llama el Príncipe, al segundo se le llama el Papa, al tercero se le llama el pueblo.
"Todo hombre debe estar en plena libertad de escoger por sí mismo su trabajo. No debe ejercerse sobre él la menor coacción ni violencia, pues de otro modo su trabajo no será beneficioso para él ni para los demás".
Oscar Wilde, autor de El príncipe feliz, De profundis, La importancia de llamarse Ernesto y otras importantes obras, murió el 30 de noviembre de 1900, a los 46 años de edad.
En el centenario de su muerte
OSCAR WILDE RECIBIÓ UN HOMENAJE EN EL PALACIO DE BELLAS ARTES
Fernando Ruiz
De la obra de Oscar Wilde, escritor irlandés homenajeado en el Palacio de Bellas Artes a un siglo de su muerte, "una minoría significativa sabe todo o bastante, y muchísimos más conocen detalles de su existencia y, por supuesto, del mayor episodio amoroso del siglo XIX: Oscar y Bosie (su amante gay), clásicos del desencuentro".
En una Sala Ponce insuficiente para albergar a muchos de esta minoría que debieron presenciar la conferencia-homenaje a través de monitores externos al recinto, Carlos Monsiváis abrió con estas palabras su disertación acerca del autor de El retrato de Dorian Gray y muchos otros textos.
Apoyado en escenas de películas inspiradas en obras de Wilde y la lectura de textos en voz de José Luis Ibáñez, el también escritor Carlos Monsiváis lo describió como un paradigma de la diversidad a través de los tiempos, una diversidad de la cual el homenaje también fue víctima involuntaria.
"Su nombre jamás desaparece, multiplicado por citas citables y el reconocimiento a su inteligencia portentosa. Él pone de realce el papel de la ironía, uno de los instrumentos más exactos de conocimiento social, y de la paradoja, la técnica del descubrimiento de las verdades en el closet".
El retrato de Dorian Gray es una de las visiones más ácidas de la sociedad, sus prohombres y sus columnas prestigiosas, de sus empresarios y políticos, de la decencia y la honradez, y de la pose inmaculada de la clase dirigente con su rostro puramente juvenil, mientras que en la sombra la realidad sigue trabajando su verdadero semblante, el de las arrugas, las llagas y las pústulas".
Wilde, preso en su tiempo acusado de sodomía, "sigue presente en la cultura internacional y se globaliza a impulsos de la diversidad, la tolerancia y los avances de los derechos de las minorías", afirmó Monsiváis. Entre los fragmentos de obras leídos por Ibáñez destacan los de El alma del hombre bajo el socialismo:
"Hay tres tipos de déspotas: está el déspota que tiraniza el cuerpo, está el déspota que tiraniza el alma, está el déspota que tiraniza al mismo tiempo el cuerpo y alma. Al primero se le llama el Príncipe, al segundo se le llama el Papa, al tercero se le llama el pueblo.
"Todo hombre debe estar en plena libertad de escoger por sí mismo su trabajo. No debe ejercerse sobre él la menor coacción ni violencia, pues de otro modo su trabajo no será beneficioso para él ni para los demás".
Oscar Wilde, autor de El príncipe feliz, De profundis, La importancia de llamarse Ernesto y otras importantes obras, murió el 30 de noviembre de 1900, a los 46 años de edad.